POEMA POR EL DIA DEL ARBOL - ROQUE FARIAS - 29-08-2011
UN ÁRBOL CADA UNO
Con aquellos árboles,
yo cada tanto sueño;
con ellos jugué en mi infancia,
colgué hamacas de pequeño.
Ellos fueron testigos
entrando a mi adolescencia;
de aquellos primeros besos,
partida de mi inocencia.
Sus sombras calmaron siestas,
sus ramas aprendí a trepar;
siento su eterna fragancia,
desde los sauces al paraisal.
Y un morero que ya viejo
me invitaba en primavera;
en su copa junto al cielo
con jugosas moras negras.
A otros encontré caídos,
tumbados por las tormentas;
y para entibiar algún hogar
entonces dieron su leña.
Cuánto nos dan los árboles
a veces me pongo a pensar;
nos dan abrigo y los frutos,
enseñanza y libertad.
Porque aunque sus raíces,
se aferren al mismo lugar;
las aves por un acuerdo
se encargan de su procrear.
Ellos dejan que sus nidos
construyan en lo más alto;
y las aves junto al viento
cumplen su parte del trato.
Porque les dan alimento
además de su cobijo;
se puede encontrar muy lejos,
del mismo árbol un hijo.
Y aquel árbol que su verde
sobresalía del resto;
me daba sus dulces higos
sin pedir nada por eso.
Esperaba todo un año
que llegue yo a visitarlo;
si hasta creo que celaba
a su vecino el naranjo.
Este otro con sus espinas
hizo que diera trabajo;
arrancar su dulce fruto,
la naranja de verano.
Pido a todo aquel que escuche,
quien quiera bien a este mundo;
que por todo lo que nos dan,
plantemos un árbol cada uno.
ROQUE FARÍAS
Con aquellos árboles,
yo cada tanto sueño;
con ellos jugué en mi infancia,
colgué hamacas de pequeño.
Ellos fueron testigos
entrando a mi adolescencia;
de aquellos primeros besos,
partida de mi inocencia.
Sus sombras calmaron siestas,
sus ramas aprendí a trepar;
siento su eterna fragancia,
desde los sauces al paraisal.
Y un morero que ya viejo
me invitaba en primavera;
en su copa junto al cielo
con jugosas moras negras.
A otros encontré caídos,
tumbados por las tormentas;
y para entibiar algún hogar
entonces dieron su leña.
Cuánto nos dan los árboles
a veces me pongo a pensar;
nos dan abrigo y los frutos,
enseñanza y libertad.
Porque aunque sus raíces,
se aferren al mismo lugar;
las aves por un acuerdo
se encargan de su procrear.
Ellos dejan que sus nidos
construyan en lo más alto;
y las aves junto al viento
cumplen su parte del trato.
Porque les dan alimento
además de su cobijo;
se puede encontrar muy lejos,
del mismo árbol un hijo.
Y aquel árbol que su verde
sobresalía del resto;
me daba sus dulces higos
sin pedir nada por eso.
Esperaba todo un año
que llegue yo a visitarlo;
si hasta creo que celaba
a su vecino el naranjo.
Este otro con sus espinas
hizo que diera trabajo;
arrancar su dulce fruto,
la naranja de verano.
Pido a todo aquel que escuche,
quien quiera bien a este mundo;
que por todo lo que nos dan,
plantemos un árbol cada uno.
ROQUE FARÍAS